La madera que se utiliza en la producción de celulosa procede de plantaciones forestales de especies de crecimiento rápido. De este modo, se racionaliza el suministro de fibra virgen, que posteriormente se somete a sucesivos procesos de reciclaje.
Estas plantaciones para aprovechamiento ordenado industrial comportan diversos beneficios tanto ambientales y específicamente forestales como sociales y económicos. Colaboran en el incremento de la superficie forestal arbolada y la preservación de los bosques naturales, y contribuyen a la existencia y permanencia en el tiempo de la madera como recurso renovable, además de actuar como eficientes sumideros de CO2. Estas plantaciones permiten también un control eficaz de la erosión.
Entre los beneficios sociales y económicos que comportan los cultivos forestales de especies de crecimiento rápido, cabe destacar su aportación al desarrollo rural, permitiendo dar un uso a superficies abandonadas por el cese de la actividad agrícola y ganadera. Sirven además para paliar el déficit español de madera y son un importante factor de dinamización del crecimiento sostenible del sector forestal.
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